¿Qué es la apnea del sueño?

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Hay personas que roncan mucho por las noches y les falta el aire para respirar mientras duermen. Cuando se levantan se sienten agotados y tienen somnolencia durante todo el día. No todas las personas que roncan tienen apnea, pero es interesante conocer en qué consiste esta enfermedad y cómo atajarla.

Las personas que sufren de apnea del sueño dejan de respirar de 10 a 30 segundos cada vez. Con interrupciones cortas en la respiración que se pueden producir hasta 400 veces cada noche. Según la clínica Tot Dental, en Sant Adriá del Besós (Barcelona), después del insomnio es el trastorno del sueño más frecuente entre la población. Afecta sobre todo a personas mayores de 40 años.

La apnea se define como una interrupción temporal de la respiración durante el sueño. Al no llegar oxígeno al cuerpo, aumenta el índice de anhídrido carbónico en sangre. Si estas interrupciones se producen entre 20 y 30 veces cada hora, la persona al despertar no ha tenido un sueño reparador, por lo que acumula fatiga y tiende a la somnolencia mientras conduce o trabaja.

La apnea puede ser obstructiva, la relajación de los tejidos blandos de la parte posterior de la garganta, o la estrechez de la misma, dificulta el paso del aire, ocasionando fuertes ronquidos. Si persiste, el conducto llega a cerrarse. El cuerpo reacciona, despertando durante un segundo y abriendo las vías respiratorias. Por la relajación de la cavidad, la laringe tiende de nuevo a obstruirse.  Este es el tipo más frecuente, aunque solo se conoce desde hace 30 años.

La apnea central tiene su origen en el sistema nervioso central. El cerebro deja de enviar el estímulo respiratorio durante cortos episodios de tiempo. Esto provoca irregularidades en la respiración y disfunción en los centros respiratorios.

Algunas irregularidades anatómicas influyen en su aparición. Este es el caso de maxilares inferiores más cortos o largos que el superior, personas que tienen la campanilla, el paladar o la lengua demasiado grande en comparación a la mandíbula, o niños que padecen de amígdalas o vegetaciones adenoideas grandes o inflamadas.

La obesidad, dormir boca arriba o el consumo de alcohol o fármacos para el sueño, que relajan los músculos de la parte posterior de la garganta, también influyen en la aparición de esta enfermedad. Así como la edad, ya que con los años se tiende a acumular tejido adiposo en torno al cuello, lo que destensa los músculos de la laringe.

Posibles causas.

El origen de la apnea del sueño obedece a una combinación de factores, algunos genéticos, otros anatómicos y otros de estilo de vida. No todas las apneas se producen por la misma razón. Según NHLBI, un instituto médico norteamericano, estos son los factores que inciden en su aparición:

  • La edad y el sexo. La mayoría de los casos de apnea del sueño se producen en adultos varones de mediana edad, tiene que ver con la configuración de su organismo.
  • Trastornos endocrinos. Los niveles de hormonas influyen en el tamaño y forma de la cara, la lengua y las vías respiratorias. Las personas con un nivel bajo de hormona tiroidea o con niveles altos de insulina o de la hormona del crecimiento tienden a sufrir apnea.
  • Genéticos. La apnea puede tener un origen genético. Los hijos de personas que la sufren tienen más propensión a padecerla en un futuro. Los genes influyen en la forma del cráneo y de la cara, lo que también afecta a la entrada de aire en el organismo.
  • Insuficiencia cardiaca o renal. Estas afecciones pueden producir una acumulación de líquido en el cuello que pueden bloquear la vía respiratoria superior.
  • Amígdalas grandes y cuello grueso. Estas características anatómicas tienden a bloquear las vías respiratorias. A ello hay que añadir la existencia de una lengua grande o la posición de la lengua, que puede bloquear la entrada de aire mientras dormimos.
  • Hábitos poco saludables. Beber alcohol y fumar inciden en la posibilidad de sufrir apneas. El alcohol relaja en exceso los músculos de la boca y de la garganta, mientras que el tabaco los inflama. De ambas maneras se obstruye la entrada de aire en el organismo, especialmente durante el sueño.
  • Obesidad. Para muchos médicos, el sobrepeso es un factor determinante. Casi el 50% de los enfermos que padecen esta enfermedad tienen sobrepeso. Con la obesidad se forman bolsas de grasa en el cuello que obstruyen las vías respiratorias al tumbarnos.

Efectos.

No descansar suficientemente por la noche, y bajo un nivel de oxigenación inferior al que nuestro cuerpo necesita para reponerse, llega a producir un cansancio acumulado que puede convertirse en fatiga crónica. Esto además genera situaciones de irritabilidad, dolores de cabeza matutinos, falta de concentración y somnolencia diurna que son causa habitual de muchos accidentes de trabajo y de circulación.

La apnea, si se vuelve crónica y se alarga en el tiempo, tiende a producir arritmias, hipertensión, angina de pecho e infarto de miocardio. Durante los episodios de apnea, el corazón bombea la sangre más lentamente. Cuando esta finaliza, por lo general de forma abrupta, se produce una taquicardia, el corazón late muy deprisa. Intenta reponer en el cuerpo la falta de oxígeno en poco tiempo. Como consecuencia de estos cambios en la tensión arterial, se produce una hipertensión sistémica y pulmonar, lo que aumenta las posibilidades de sufrir infartos.

En un informe realizado por la universidad de Toronto, comentado en el suplemento de salud de ABC, se constató que existía una relación directa entre la apnea del sueño y el riesgo a sufrir diabetes. La desaturación de oxígeno prolongada, el tiempo de sueño más corto y el aumento de la presión arterial influyen en la disminución de la producción de insulina por parte del cuerpo.

Otros estudios han demostrado que los pacientes que pasan más de un 12% de la noche con una saturación de oxígeno inferior al 90% tienen el doble de posibilidades de desarrollar un cáncer.

Tratamientos.

Aparte de las consiguientes instrucciones médicas, como puede ser evitar el alcohol, dejar de fumar o llevar una dieta saludable que permita perder peso, el tratamiento más utilizado para combatir la apnea han sido los aparatos de aire CPAP.

Los equipos de Presión Positiva Continua en la Vía Aérea (CPAP), son aparatos eléctricos que expulsan aire a presión y que están conectados por un tubo a una mascarilla facial que cubre la nariz y la boca del paciente. El aire que llega a la boca, empuja la lengua hacia delante, dejando despejada la vía respiratoria.

Estos aparatos se han ido mejorando a lo largo de los años, adaptando la presión del aire que recibe el paciente a su estado fisiológico, en lugar de suministrarlo de manera continua.

Otra de las alternativas es la intervención quirúrgica, que se realiza cuando se aprecian ciertas anomalías anatómicas.

Si la mandíbula es de un tamaño reducido, se opta por realizar un avance maxilar. Consiste en adelantar el maxilar, la musculatura de la lengua y el hueso hioides, situado en la parte anterior del cuello, por debajo de la lengua, unos milímetros. De esta manera se consigue crear un espacio suficiente que no obstruya la entrada de aire.

Si el paladar o la úvula son demasiado grandes, se realizará una cirugía quirúrgica, eliminando la parte de estos tejidos que obstaculiza la entrada de aire. Lo mismo sucede en los casos en los que la lengua obstruye la respiración.

La Orthoapnea.

Uno de los tratamientos más innovadores para combatir la apnea del sueño es la orthoapnea, unos dispositivos removibles implantados en las clínicas dentales.

Son aparatos que avanzan la posición de la mandíbula, dentro de las posibilidades que permite, aumentando el área de la faringe y evitando que esta se cierre durante la noche. Es un tratamiento realizado por odontólogos y desarrollado bajo la supervisión de expertos en los trastornos del sueño.

Suelen consistir en unas férulas plásticas con la forma de los dientes, unidas entre sí con una barra, que permiten un desplazamiento leve y controlado de la mandíbula. Su eficacia está constatada en el 90% de los casos, eliminando los episodios de apneas y evitando la producción de ronquidos.

El odontólogo necesita hacer previamente un estudio de la dentadura del paciente para encargar las férulas. Después en la clínica terminará de adaptarlas a la boca y realizará el ajuste del aparato. Este sistema permite los movimientos propios de la boca durante la noche: abrir y cerrar la boca, desplazar la mandíbula de un lado a otro, hacerla avanzar. Todo ello sin producir roces ni molestias a quien las lleva.

El paciente se coloca el aparato antes de ir a dormir y se lo quita por las mañanas al levantarse. Es un tratamiento personalizad, mínimamente invasivo e intransferible.

La apnea del sueño es un problema que reviste cierta gravedad. Aparte de no permitir un descanso reparador, incide en el desarrollo de problemas de salud mucho más graves. En el momento en que alguien sospeche que la padece es recomendable ponerse en manos de los médicos. Hoy en día se puede tratar con un alto nivel de efectividad.

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