Hay que contar las cosas tal y como son, sin medias tintas: en España, estamos haciendo muchas cosas mal en lo que tiene que ver con nuestros mayores. Da la sensación de que hay una parte de la sociedad que se está olvidando de ellos, que no está pendiente de todo lo que necesitan para tratar de mejorar su calidad de vida. Y es un problema que tenemos que reconocer que existe y ante el que hay que proponer medidas. Son muchos los ancianos y ancianas que se encuentran desatendidos, ya sea por descuidos de su familia o porque no cuentan con esa familia, y hay que proveerles de aquello que necesiten para vivir.
Y no hablamos de dinero, ojo, ni mucho menos. Hablamos de atención, de que lo que necesitan esas personas que se encuentran con una edad avanzada es que alguien pueda ayudarles a no estar solos, a cuidarse, a realizar tareas que les mantengan activos desde el punto de vista físico y desde el mental. Una de las problemáticas que nos encontramos con las personas de edad avanzada en la sociedad es que terminan pareciendo los efectos de una de las enfermedades más problemáticas por las que puede pasar una persona, que no es otra que la depresión.
Según lo que apuntaba una noticia publicada en la página web de Redacción Médica, 1 de cada 4 personas de más de 65 años sufría depresión en España. Estamos hablando de un dato que es del verano de 2021 pero que creemos que se mantiene vigente o que ha crecido desde entonces. Y es evidente que eso nos obliga a buscar soluciones eficaces. Pero ya os adelantamos que, para eso, hacen falta manos, manos que mantengan bien despiertas a las personas mayores y que no dejen que caigan en una monotonía que al final es una de las causas por las cuales se entra en un estado de depresión como el que estamos comentando.
En una noticia más reciente (publicada en enero de 2024 en el portal web de Onda Cero) se decía que, además, la tendencia giraba en torno al aumento de los casos de depresión entre las personas mayores. Es decir, que todavía teníamos que frenar el aumento de este tipo de casos para que luego se empezaran a reducir. La noticia, por cierto, también incidía en el hecho de que los jóvenes estaban pasando por una situación parecida, aunque en su caso tiene más que ver con el hecho de no poder acceder a un empleo de calidad o a viviendas o alquileres que estén bien de precio.
El caso es que tenemos una enemiga tremenda en esta sociedad y contra la que hay que combatir con las máximas garantías de éxito posible. Son muchos los casos de ancianos y ancianas que han perdido las ganas de vivir tras haber alcanzado la jubilación y hay que hacerles sentir partícipes de una sociedad como en la que nos encontramos. ¿Qué sería de la sociedad sin la experiencia que todas esas personas han ido acumulando a lo largo de la vida? ¿Y qué sería de sus familias, que dependieron económicamente de ellas durante muchos años? ¿De verdad puede permitirse que dejar a la gente mayor sola sea el pago que le estamos haciendo después de todo eso?
¿Qué se puede hacer para tratar de conseguir ese objetivo? Lo primero que tenemos que hacer es un análisis pormenorizado de la situación de la persona mayor y el de la familia. ¿Pueden los hijos, los hermanos o los nietos hacerse cargo de esa persona? ¿Esa persona estaría dispuesta a trasladar su lugar de residencia a la casa de un familiar o una residencia? ¿Tiene problemas de salud que hagan indispensable que tenga atención durante las 24 horas del día? ¿Qué tipo de depresión tiene y qué considera que le haría falta para animarse? De estos interrogantes va a depender en buena medida la solución que le podamos poner a la situación.
Por regla general, lo que más necesita una persona mayor que padece depresión es socializar, que es algo que, si bien es habitual cuando somos jóvenes, vamos perdiendo a medida que acumulamos años. Y este es uno de los grandes beneficios que tienen las residencias en España, que las personas ancianas que se encuentran en ellas van a poder encontrar nuevas personas en su vida que les permitirán sentirse más a gusto, más activas y, en definitiva, mejor. En la residencia Castilla, además, promueven la participación de las personas mayores en tareas cotidianas y hacen que, de la mano de sus relaciones con organizaciones locales, esas personas puedan integrarse y participar en la comunidad, lo cual permite que se refuerce su nivel cultural. Y es que la cultura siempre es una herramienta de utilidad para sentirse integrado en un sitio y sentirse, a fin de cuentas, vivo.
Por poner algún ejemplo, es bastante habitual encontrarse con personas mayores que suelen jugar al ajedrez o a las cartas. Y eso es cultura por mucho que lo veamos como una actividad de ocio. Hablar de cultura es hacerlo de muchos aspectos que son habituales en el seno de un país o de una región y la verdad es que juegos como los que hemos destacado en este mismo párrafo son bastante tradicionales en España. Todo lo que sea reforzar la cultura de las personas mayores que quieran invertir parte de su tiempo en ellos es sin duda una buena noticia y, además, nos servirá para tenerles activos desde el punto de vista mental, que es muy importante para garantizar el bienestar de esas personas. Porque ya os decimos que tener la cabeza en su sitio es algo que las personas mayores necesitan para alargar un buen estado de salud tanto como les sea posible.
Lo que de verdad termina con las personas mayores es el hecho de que se queden en un sillón durante todo el día viendo la tele sin más remedio. Hay que salir de eso y procurar que tengan la cabeza lo más ocupada posible con actividades de todo tipo. No nos podemos olvidar de las físicas, que tan importantes van a ser para controlar aspectos como el peso y por ende poner bienestar en la vida de personas como estas, que tanto lo necesitan y por las que tanto hay que velar. Como decíamos antes, para conseguir este propósito hacen falta manos y esa es muchas veces la problemática que hay en este sentido.
Por suerte, hay al menos parte de la sociedad que ha despertado en este sentido y que se está dando cuenta de las necesidades que tienen las personas mayores en términos de actividad física y mental. Las personas mayores tradicionalmente en España apenas han tenido algo de actividad física y se han limitado a quedarse delante del televisor viendo programas de toda índole y no cultivando ni un buen estado de salud físico ni actividades que pudieran reforzar su mente o su cultura. Eso ha incidido de manera negativa en su bienestar y, ahora que se sabe precisamente eso, toca cambiar las cosas para garantizar una vida todavía más digna para las personas mayores.
Una tarea que es de todos y todas
La labor que concierne al cuidado de las personas mayores es de todos y de todas. Por un lado, y como no podía ser de otra manera, es elemental que las familias estén al tanto de todo lo que necesita la persona anciana que forma parte de su familia y que requiere de la mayor ayuda posible para garantizar ese bienestar del que estamos hablando. Por otro lado, es innegable que las instituciones públicas tienen que hacer todo lo posible para que la gente mayor disponga de actividades con las cuales poder distraerse y mantenerse activa. También hemos hablado de las residencias y es evidente que juegan un papel de lo más relevante en todo esto. Y, finalmente, también es cierto que el bienestar de los mayores depende en buena medida de los propios mayores, de que no se deje llevar y de que tengan la mejor de las actitudes durante cada uno de los días que les quedan de vida.
La sociedad le debe a las personas mayores algo de atención. Todos y todas, en algún momento, empezaremos a formar parte de ese grupo de población que se hace llamar tercera edad, así que nos convendría, aunque sea visto desde un punto de vista egoísta, que se continúe haciendo todo lo posible para que las personas mayores dispongan de actividades que les entretengan y que les saquen de su casa, dejando de lado aspectos como la soledad y la depresión. Conseguirlo sería dar un paso hacia adelante absolutamente determinante en lo que tiene que ver con el bienestar de las personas mayores, que son de las que más merecen tener una vida tranquila, sobre todo después de haber tenido una infancia no tan fácil como la nuestra y de haber trabajado durante prácticamente toda su existencia.