Es curioso comprobar cómo tiene que venir un buen golpe para hacernos caer en la cuenta de que nuestro modo de vida ha de cambiar y lo digo con conocimiento de causa. Está claro que desde hace años muchos de nosotros estamos intentando ser lo más ecológicos posible, porque nos importa el planeta, pero la realidad es que no nos lo tomábamos tan en serio como muchos hemos empezado a tomárnoslo ahora. Yo la primera.
¿Qué cosas hacía antes? Pues obviamente no tirar basura en ningún espacio que no esté destinado para ello como un contenedor o una papelera. Intentaba comprar la menor cantidad de plástico posible y reciclaba todo lo que podía. ¿Qué hago ahora? Pues ahora intento comprar más verdura y pescado que carne, tanto por salud como por poner mi granito de arena y evitar que el consumo de carne sea tan alto en todo el planeta. En cuanto al tema del reciclaje ahora soy muchísimo más estricta, y si antes compraba poco plástico ahora compro 0. Me he hecho con tupper de cristal y con bolsas reutilizables de congelado para no gastar plástico nunca. Además, evito comprar cualquier cosa que venga en spray, por muy eco que diga el envase que es, y cojo el coche lo menos posible. Este año, mis piernas han aumentado los kilómetros andados notablemente.
Son cosas pequeñas, cosas que a lo mejor no indicen significativamente en la mejoría del medioambiente, pero es mi pequeño granito de arena que si todos hiciéramos podría convertirse en una gran montaña.
¿Somos todos conscientes de cuanto CO2 se ahorró nuestra capa de ozono este año durante el confinamiento? En Europa y Asia sobre todo, las cifras eran alentadoras, el problema es que cuanto todo abrió de nuevo los niveles de contaminación volvieron a ascender, lógicamente.
El planeta está funcionando con el motor revolucionado, sin poder relajarse ni un segundo, y aun así no consigue paliar nuestros efectos nocivos. Esa es la cruda realidad. En mi mente, yo veo un motor enorme funcionando a pleno rendimiento, a punto de quemarse, intentando que todo funcione como es debido pero perdiendo, cada año, un poco más de producción porque no soporta ese alto rendimiento que se le está pidiendo. Básicamente, estamos forzando el motor del planeta y se va a romper, saldrá humo y veremos incendios descomunales en muchos países por culpa del calentamiento global, ese humo contaminará aún más nuestro aire y las muertes pos contaminación se multiplicarán notablemente en todos los países y, para colmo, como el motor se estropeará no podrá regular el clima y aparecerán tormentas donde antes no había, se inundarán ciudades enteras, y la tierra se sacudirá.
Si leo este último párrafo de forma aislada pienso “¡Qué exagerada soy! Parece la llegada del apocalipsis vaticinada por un profeta”, pero luego caigo en la cuenta de que esto es muy real, y que somos nosotros mismos los que estamos provocando ese apocalipsis.
Y entonces vuelvo a pensar en qué más podría hacer yo para seguir luchando contra el cambio climático desde mi casa, desde mi vida rutinaria, desde mi empleo a tiempo completo y me doy cuenta de que aún hay cosas por hacer. ¿Y si ahorro todo lo que pueda y de aquí a un año, o año y medio, cambio mi sistema de electricidad para autoabastecerme con energía renovable? El autoconsumo sale muy caro al principio porque según Eficiencia-V hablamos de una inversión en la instalación que supera, en la mayoría de los casos, los 5.000 euros, pero ¿no merecería la pena si todos lo hiciéramos? Sería una energía limpia que no generaría contaminación ni residuos y que además, a la larga, abarataría notablemente nuestro gasto en consumo eléctrico (de hecho al final acabaría en 0 la factura de la luz y pagaríamos solo el mantenimiento de nuestro sistema de autoconsumo).
Si lo piensas no es tan descabellado porque en las grandes ciudades las comunidades pueden preparar derramas mensuales, durante 1, 2 o 3 años, y tener así dentro de 4 años a todos los vecinos de un edificio disfrutando de la energía solar fotovoltaica y del autoconsumo. Las viviendas unifamiliares tendrían que hacerlo a su propio ritmo, pero también podría ser posible para muchos hogares conseguirlo en un plazo de 3 años aproximadamente.
Y sigo dándole vueltas a más cosas que se podrían hacer y que no costarían tanto. Por ejemplo, ¿cuántas familias tienen manteles de plástico en casa que usan a diario y se manchan y estropean generando más plástico? ¿Y los manteles desechables de papel? Esos sin reciclables pero si todos gastásemos uno al día al final la acumulación de papel sería impensable ¿verdad? Pero hay más soluciones, lo que pasa es que no todos los ciudadanos nos molestamos en buscarlas.
Hace una semana compré un par de estos manteles de mesa resinados antimanchas baratos y son una maravilla porque caiga lo que caiga es lavable y se queda como nuevo el mantel. Con este tipo de mantelería podría estar usando los mismos manteles de mesa durante muchísimos años lo que implica que no compre ni gaste manteles de papel o plástico. Por supuesto, también podría usar mantelería tradicional de tela pero en ese caso el gasto para limpiar esos manteles se haría en jabones y lavados de lavadora. Ahora bien, tal vez sí sería interesante volver a gastar servilletas de tela lavables para evitar así el uso indiscriminado de papel para la fabricación de las actuales servilletas de mesa blancas.
Aunque también habría que tener en cuenta que quien utiliza productos de limpieza ecológicos consigue un menor impacto en el medioambiente lavando un mantel de tela que comprando uno de plástico aunque éste le vaya a durar años y años.
Ahora bien, el otro día descubrí esta empresa de venta de productos desechables ecológicos para hostelería que también tiene venta para particulares y pienso que esa sería también una muy buena opción.
Y como estos ejemplos hay miles. Todos podemos hacer mucho más si nos paramos a pensar en cada detalle de nuestros hogares. Tal vez, quien no puede instalarse un sistema de autoconsumo fotovoltaico, sí puede permitirse comprar el mantel resinado antimanchas para que le dura muchos años, o puede comprar productos desechables ecológicos para reutilizar el material que ya se había utilizado previamente. Lo importante es que verdaderamente hagamos una especie de proceso interior y valoremos si podemos hacer más de lo que estamos haciendo o no, y si la respuesta es sí, cojamos el toro por los cuernos.
Las empresas
Otro tema son las empresas porque muchas tienen cierta facilidad para mejorar su postura frente al cambio climático y otras no tanto. Pensemos en el desembolso que tendría que hacer una fábrica manufacturera para hacer todo lo posible por respetar el medioambiente y luego en el desembolso que haría una oficina.
En el caso de la oficina hablamos de instalar un sistema relativamente pequeño de autoconsumo de energía limpia, comprar el papel ecológico reciclado, intentar pasar cualquier documento a la digitalización para que el gasto de ese papel fuera mínimo, reciclar todo lo posible y, al fin y al cabo, lo mismo que podría hacer cualquier persona en su propia casa. Sin embargo, en el caso de una fábrica manufacturera hablamos de instalar un sistema de energía que supondría una inversión brutal para cualquier empresario o multinacional, hablamos de invertir en uniformes ecológicos para todo el personal, en cambiar maquinaria para que fuera eficiente, en reciclaje, en la forma en la que se desprenden se sus residuos, etc.
Debido a esto, puedo comprender perfectamente que una fábrica, o gran empresa, tenga ciertas dificultades (sobre todo económicas) para implantar un sistema de fabricación respetuoso con la naturaleza y por eso entiendo que, si no queremos ver morir miles de puestos de trabajo, es el Estado el que tiene que meter mano ahí, con ayudas al sector, buenas ayudas, no una miseria.
Ahora bien, también hay que dar algunos toques de atención a ciertos empresarios que intentan esquivar las leyes medioambientales para seguir embolsándose una millonada cada año sin perder un céntimo y eso tampoco es lícito. Y es que hay que pensar que si un particular, en su vida, en su vivienda, va a hacer una inversión (aunque sea dentro de sus posibilidades) para aportar su granito de arena, es lógico pensar que una empresa tendrá que hacer lo mismo proporcionalmente y, por ende, el empresario ese año en el que se haga dicha inversión, ganará menos.
Esto debe de tener un equilibrio lógico y justo porque, de lo contrario, no funcionará de ninguna manera y por ahora no ha habido ningún político que haya sabido aplicar las cosas de forma justa para todos y consiguiendo, al mismo tiempo, que nadie se vaya dando una palmadita a la naturaleza y pasando de todo. Es decir, que eso de ”hecha la ley hecha la trampa” hay que evitarlo a toda costa al tiempo que se le facilita ayuda a todo el mundo para que puedan cumplir dicha ley.
¿Estáis conmigo?