Para el año escolar 2020- 2021, más de ocho millones de estudiantes en toda España volvieron a las aulas de clases después de seis meses de encierro, por lo que se han elaborado reglamentos para el cumplimiento de medidas contra el Covid en el ámbito de las escuelas, de forma de garantizar la seguridad de alumnos, maestros y personal administrativo.
Desde el momento en el que se pone un pie en el colegio empiezan los protocolos. Cada movimiento de los alumnos va acompañado de un ritual de limpieza y desinfección. Por ejemplo, para evitar que haya casos, una de las nuevas normas es que no se pueden prestar las cosas entre ellos y no se puede compartir material de ningún tipo. “Este año todo el material escolar se debe quedar en clase para evitar estos olvidos”, afirma un portavoz de la Asociación de Profesores de Madrid.
Así, gestos tan habituales y casi intrínsecos de los estudiantes de intercambiarse los apuntes o los lápices más bien deben evitarse, lo cual se intensifica en el caso de los alumnos más pequeños, a lo cual una madre acota “están habituados a tocarlo todo y, además, compartir todo tipo de materiales con sus amigos de clase”. Así, pasa a ser una nueva tarea para padres y maestros, la de educar a los estudiantes sobre las consecuencias perjudiciales de estos comportamientos.
Asimismo deben evitar al máximo el contacto con superficies, lo cual es muy difícil, sobre todo para los niños en sus primeros años de colegio, que están en la etapa de usar sus manos para descubrir el mundo. Además que se debe estar atentos a que si las tocan, deben lavarse las manos de inmediato, con agua y jabón o gel hidroalcohólico. Las barandillas, asientos y mesas son algunas de estas superficies que, dependiendo del material del que estén hechas, pueden mantener vivo al coronavirus hasta 72 horas.
Por otro lado, la regla de oro siempre sigue siendo el uso del gel hidroalcohólico en todo momento para disponer, así, de una correcta higiene frente al virus, “El gel es la clave si los estudiantes tienen que dejarle un folio a un compañero o se les cae el boli”, afirman desde la asociación. Y es que está demostrado que el gel constituye una poderosa barrera frente a virus, bacterias y enfermedades que podemos transmitir a través de nuestras manos y ahora es el mejor amigo de todos los estudiantes: “Los gérmenes siempre han estado con nosotros, la ciencia nos ha ayudado a prevenirlos para evitar que haya brotes de enfermedades en espacios de mucho tránsito, como es el caso de los centros educativos”, afirma la profesora de secundaria en un colegio público en Madrid, Mari Carmen Collazos.
También sucede que las relaciones sociales han cambiado, y ahora existe un gran peligro de contagio si no se guarda la distancia de seguridad. “Lo que nos afecta no es tanto la situación en sí como la manera de vivirlo y los apoyos emocionales que te dan. Es importante una adecuada respuesta emocional por parte de los responsables a cómo están viviendo los pequeños, esta situación”, afirma la directora del centro de psicología y psicoterapia Elijo, Sonia Muñoz. Por esto, afirma que hay que crear nuevas formas de canalizar la energía, ahora que la libertad de movimiento se ha visto reducida, como cantar, pintar, gritar o juegos de lanzamiento.
En fin, todos estos cambios y medidas supusieron un reto para padres y maestros, que ahora debían inculcar estos hábitos en los pequeños.
Los Preparadores de Oposición para Primaria nos comentan que un consejo que se les daba para ayudarles en tan complicada labor, es que se les explicara a los niños que aunque el contacto con los compañeros constituye uno de los incentivos de asistir a clases y los momentos de juego son fundamentales para su desarrollo social, ahora debía de evitarse en vista del alto índice de contagio que tiene la covid-19.
No solo debían tener cuidado con el contacto con los demás, intercambiar materiales, o incluso tocar ciertas superficies, sino también con llevarse las manos a la cara para ajustar la mascarilla sin antes haberse desinfectado las manos. Y es que sabemos que al tocarnos la cara aumentamos nuestro riesgo de infectarnos. Lo alarmante es que mientras una persona de media se toca la cara unas 2,5 veces por minuto, los menores lo hacen aún más.
Desde casa viene el hábito de lavarse las manos como medida de higiene, lo cual los padres debieron haber reforzado desde que se conoce la pandemia del Covid, de forma que la costumbre ya venga interiorizada por el niño; sin embargo, la realidad es otra, y no siempre se pone atención a este aspecto de la higiene. Por lo que los profesores se vieron en la obligación de mantenerse vigilantes con el aseo de manos, sobre todo en los comedores y patios, que es donde más afluencia de gérmenes puede haber.
Los profesores superan el reto
Ahora que estamos llegando al final del año escolar, da gusto informar que los profesores logran el reto, siempre con la ayuda de los padres, y el éxito de este primer año escolar postpandemia habla por si solo. Aquí, como transcurría un día normal en una escuela libre de Covid:
Ausencia por síntomas
Los padres debían llevar a sus hijos al colegio solo si no había presencia de síntomas compatibles al Covid-19 para evitar que el niño, en caso de que estuviera infectado, contagiara el virus a otros. Además que si se observaba algún síntoma, había que llamar al pediatra de inmediato e informar a la escuela.
Así, si un niño presentaba: fiebre de 37.5º C, tos, dificultad para respirar, vómitos o diarreas, cefalea, malestar y dolor muscular, y en los mayores de 14 años, escalofríos y pérdida del gusto u olfato, no podría levantar su mano y cantar “presente” al oír su nombre en la lista.
Protocolo de entrada
Asimismo, las escuelas desarrollaron protocolos de seguridad en las entradas de las instalaciones que consistían en la toma de temperatura de los niños antes de otorgarles el acceso; o en caso de que esto pudiera ocasionar las indeseadas aglomeraciones en las puertas, se tomaba ya cuando el alumno estaba en su salón.
Mochilas equipadas
Los padres debían estar atentos de incluir todo el material escolar necesario en la mochila, ya que el niño no podría pedir prestado nada a sus compañeros, incluyendo un botellín de agua, pues tampoco estaba permitido beber de la fuente. Incluso, aquellos padres que también metían una segunda mascarilla y una bolsa de papel o de plástico para guardarla (para la hora de comer, por ejemplo) facilitaron mucho el trabajo.
Mascarillas obligatorias
Por supuesto, las mascarillas eran de carácter obligatorio para todas las edades; con la excepción de los menores de 12 años que podrían quitársela una vez dentro de su salón. Sin embargo, esta medida podía maximizarse si el riesgo de contagio aumentaba. Por su parte, los profesores también llevaban mascarilla, a excepción de cuando fuera necesario retirarla por motivos pedagógicos.
Evitando aglomeraciones
Las hordas de padres reunidos a la entrada del colegio ya sea para despedir a sus hijos o para recogerles al final de la jornada escolar del día no se vieron más durante este año académicos. Ante lo cual los padres se vieron en la obligación de evitar el automóvil y llegar a pie, en bicicleta o en medio de transporte público, por este orden; y solo un padre por alumno, si era estrictamente necesario.
Asimismo, las escuelas organizaron una escala de horarios de entrada y salida por los accesos para asegurar una circulación fluida, tanto a primera hora de la mañana como al finalizar la jornada; lo cual también necesito de la colaboración de las familias y su puntualidad para su funcionamiento óptimo.
En la escuela
Todos los niños deberían llevar mascarilla, incluso aquellos entre los 3 y 6 años; y a cada uno se le asignó un asiento, el cual no podría cambiar durante el curso y se hizo mucho énfasis en el respeto de las distancias físicas estipuladas.
Higiene de manos
El lavado frecuente de manos fue la medida de oro para impedir la transmisión del virus. Los alumnos debían lavarse las manos (el proceso más efectivo para eliminar el virus) o aplicarse el gel hidroalcohólico cada vez que entraban y salían del aula, antes y después de ir al baño, antes y después de comer e ir al patio, y así, hasta un total de unas 5 veces al día.
Limpieza al máximo
Las escuelas debían contar con el trabajo en conjunto de profesionales de la limpieza que se ocupaban de atender especialmente las áreas de mayor uso, como los baños, pomos de puertas, barandillas, mesas y otros.
Además que se cumplió a cabalidad con la norma de ventilar con frecuenciael aula (10 minutos cada hora), colocar filtros especiales en calefacciones y aires acondicionados y, por último pero no menos importante, desinfectar toda la instalación.