Las formas más populares de recuperar el deseo sexual con tu pareja

deseo sexual

A veces, el deseo sexual se apaga un poco, no porque ya no quieras a tu pareja, sino porque la chispa se ha apagado.

Lo bueno es que hay mil trucos que ayudan a recuperar esas ganas.

 

Hablar sin tapujos cambia todo

La relación cambia mucho cuando se habla de verdad. A veces pensamos que la otra persona ya sabe lo que queremos, pero no, nadie es adivino.

Una amiga me contaba que ella y su novio estuvieron meses esquivando el tema porque pensaban que si lo hablaban iban a discutir. Y un día, con unas cervezas de por medio, soltaron todo lo que les rondaba la cabeza: que echaban de menos la pasión, que no sabían cómo recuperar las ganas, que se sentían inseguros… Y lo más curioso es que se rieron un montón, se sintieron aliviados y empezaron a probar cosas nuevas desde ese mismo día.

Decir lo que de verdad pasa por la mente, incluso esas fantasías que nunca se mencionan por vergüenza, ayuda mucho. La comunicación es el detonante para volver a desearse: basta con abrir un espacio donde los dos podáis deciros lo que sentís sin miedo.

Lo que he visto en varias parejas es que, cuando hablan, se sienten más cerca. Y esa cercanía ya es un paso enorme para que el deseo vuelva. Porque la confianza y la complicidad son más afrodisíacas que cualquier pastilla.

 

Salir de la rutina juntos

La rutina mata el deseo. Planes siempre iguales, fines de semana en el sofá, cenas rápidas… y a dormir. Al final, el cuerpo se acostumbra tanto a lo mismo que deja de reaccionar.

Un colega me contaba que él y su chica decidieron hacer algo tan simple como cambiar el escenario. Se fueron de escapada a un hostal barato, nada de lujos, y fue como si la chispa regresara sola. Me decía que la cama de ese sitio les pareció más emocionante que la de su casa. No era el sitio en sí, sino el hecho de salir de lo de siempre.

Salir de la rutina no significa gastar dinero a lo loco ni inventarse planes imposibles. Puede ser cocinar juntos algo nuevo, apuntarse a un curso, salir de fiesta como al principio de la relación, o incluso cambiar la hora del día en que se buscan. Una pareja de conocidos me confesó que simplemente decidieron empezar a madrugar un día para “aprovechar la mañana” y descubrieron que era un horario mucho más divertido que la noche.

El cuerpo reacciona cuando siente que hay novedad, cuando algo rompe lo previsible… y eso se nota también en la cama. A veces, lo único que falta es atreverse a cambiar una pieza de la rutina para que todo lo demás vuelva a moverse.

 

La importancia de cuidarse uno mismo

Cuando uno se siente atractivo el deseo se dispara, porque ya no hay esa inseguridad que nos frena. Y hablo del bienestar físico solamente, sino también del bienestar mental. Dedicar tiempo a cosas que te gustan, trabajar en la autoestima, dormir mejor, cuidar lo que comes… Todo eso hace que uno se sienta más seguro y con más ganas de compartir intimidad.

Una excompañera me contaba que, cuando empezó a dedicarse más tiempo a sí misma, su relación cambió. Se arreglaba un poco más, volvía a ponerse ropa que le gustaba y dejaba de compararse con los demás. Su pareja lo notó enseguida y, según ella, fue como volver a empezar.

A veces pensamos que recuperar el deseo depende solo de lo que haga la otra persona, pero en realidad empieza en cómo nos sentimos nosotros. Cuidarse no es egoísmo, es una forma de mantener viva la energía que luego compartes.

 

Probar cosas nuevas en la cama (o, lo que es lo mismo… “jugar”)

Hay que animarse a experimentar. No se trata de hacer cosas raras ni de convertir la cama en un laboratorio, pero sí de salir de lo típico. Una amiga me dijo que lo que salvó su relación fue algo tan sencillo como jugar más, quitarse la seriedad y volver a reírse en el sexo.

Juguetes, juegos de rol, probar nuevas posiciones, incluso cambiar de lugar. Todo eso aporta novedad, y la novedad genera deseo. Me contaba un colega que lo más divertido que hicieron con su pareja fue tener sexo en el coche, como cuando eran adolescentes. No fue lo más cómodo del mundo, pero les devolvió esa sensación de aventura.

 

No todo tiene que ser “en la cama”

He visto parejas que inventan juegos tipo retos con dados, strip poker casero, trivias con preguntas picantes o incluso aplicaciones con desafíos eróticos que convierten la experiencia en algo divertido antes de llegar a lo íntimo. Otros hacen listas de fantasías y van tachando las que se atreven a probar, como un “bucket list” de pareja. Esa mezcla de juego y complicidad suele ser lo que mantiene viva la emoción.

Lo importante es que las dos personas se sientan cómodas y con ganas de probar. Si uno no quiere, no funciona, así que aquí vuelve a ser clave la comunicación. Hay que hablarlo, reírse y animarse juntos. Porque si se convierte en obligación, pierde toda la gracia.

Lo que más me ha quedado claro escuchando experiencias es que lo que más excita no es el acto en sí, sino la sensación de que aún queda mucho por descubrir con la otra persona. Y eso solo pasa si uno se atreve a salir de lo de siempre.

 

Afrodisíacos: ¿funcionan o es un mito?

Un tema del que mucha gente habla cuando se trata de recuperar el deseo son los afrodisíacos. Desde siempre se han mencionado como “los alimentos mágicos” que despiertan la pasión. Yo mismo escuché a varias parejas decir que habían probado chocolate, ostras, especias raras o infusiones que prometían milagros.

Según La Herboristería Online, herboristería online con productos de primeras marcas, nos han explicado que los afrodisíacos son alimentos o plantas que estimulan la circulación, mejoran el estado de ánimo o despiertan los sentidos. No es que te los tomes y de repente quieras saltar sobre tu pareja, sino que ayudan a que tu cuerpo esté más receptivo. Por ejemplo, algunos ingredientes como el ginseng, la maca o el jengibre se conocen por dar energía, mientras que el cacao o ciertas especias influyen en las hormonas del placer.

No hay que esperar milagros, pero sí puede ser divertido incorporarlos en una cena o en un plan diferente. Una pareja conocida me decía que lo que les encantaba era preparar juntos comidas con esos ingredientes. Más allá de si funcionaban como afrodisíacos, lo que importaba era que creaban un ambiente distinto, se divertían y eso ya era suficiente para encender la chispa.

Al final, los afrodisíacos son una excusa más para salir de la rutina y para recordarse mutuamente que hay miles de formas de jugar con los sentidos.

 

Buscar ayuda profesional sin vergüenza

Otra cosa que a veces se deja para el final, pero que puede marcar la diferencia, es pedir ayuda. Y no tiene nada de malo. Un amigo de un amigo me contó que él y su pareja estuvieron meses intentando recuperar el deseo por su cuenta y no lo lograban. Al final fueron a un terapeuta sexual y, en pocas sesiones, entendieron qué estaba pasando y cómo darle la vuelta.

Muchos creen que ir a terapia es solo para cuando la relación está a punto de romperse, y no es así. Muchas parejas lo hacen simplemente para conocerse mejor, para aprender a comunicarse y para quitarse bloqueos. A veces hay miedos, inseguridades o hábitos que uno no ve hasta que alguien desde fuera lo señala.

La clave es no verlo como un fracaso, sino como una inversión en la relación. Igual que si algo no va en el coche lo llevas al mecánico, si algo no va en la relación se puede pedir ayuda. Y por lo que me han contado, la mayoría sale más unida, con más confianza, con más ilusión y con muchas más ganas de seguir apostando por su vida en pareja.

 

Al final, todo consiste en intentar ponerle solución juntos

Después de escuchar tantas historias, me doy cuenta de que el deseo sexual no se pierde para siempre. Lo que pasa es que la vida, la rutina y las preocupaciones lo esconden. Y depende de cada pareja decidir si lo deja dormido o si hace algo por despertarlo.

Lo más importante que he visto repetirse en todas las experiencias es que el deseo vuelve cuando hay complicidad, cuando se cuida la relación y cuando se apuesta por seguir sorprendiéndose. No hay recetas mágicas, pero sí hay muchas formas de reconectar.

Hablar, probar cosas nuevas, cuidarse uno mismo, atreverse con afrodisíacos, pedir ayuda si hace falta… Todo eso son caminos que pueden ayudar a recuperar esa chispa que parecía perdida. Y lo mejor es que, cuando vuelve, se siente incluso más intensa que al principio, porque ahora hay confianza y un vínculo real detrás.

Así que, si sientes que en tu relación se ha apagado un poco el fuego, no lo des por perdido. Basta con decidir que merece la pena luchar por ello y atreverse a dar el primer paso.

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